sábado, 18 de febrero de 2012

Señora de la noche, borra las mentiras...

 
Este cuadro fue pintado y cedido generosamente por el pintor y buen amigo Ino, también conocido entre nosotros por viejito Nick cariñoso de la época del foro Sololiteratura, no gané el certamen pero este es el cuento que me inspiró el lienzo.


Esta es la historia de una anciana fea y solitaria que vivía en una choza en un rincón apartado del bosque, ¡tan escondido quedaba! de las miradas humanas que ni siquiera los leñadores que acudían a diario para cortar leña, sabían de su existencia, de hecho ya se encargaba ella de ocultarse si alguno se acercaba.

Una calurosa noche de verano, acudió a bañarse en el lago que a pesar de estar muy cerca de la aldea. a esas horas sabía que nadie la podría ver, no quería que nadie la viera, ni tampoco asustar a ningún ser humano por su falta de belleza. Allí en la orilla se despojó de sus ropas y sola, bajo la única presencia de esa luna que véis ahí dibujada, se zambulló en sus aguas transparentes, pronto se dispuso a nadar y mientras se entretenía jugando a desdibujar con sus movimientos los reflejos de luz lanzados por su compañera nocturna.

De repente, escucho unas risas que venían de la orilla contraria, eran una madre explicando a su hija la historia de una bruja vieja y fea que existió hace 50 años…

Margot, que así se llamaba la anciana se retiro muy despacito y busco un rincón para salir del agua sin ser vista, sobre todo porque no quería escuchar la historia que a buen seguro no haría honor a la verdad de lo que aconteció hace ya muchos, demasiados años en la villa de Halthonn. Las risas sobre su falta de belleza la hirieron en lo mas profundo de su corazón y sin detenerse a recoger sus harapos ni a enjugar sus lágrimas corrió adentrándose en el bosque, mientras corría bordeando el claro del bosque para no atravesarlo y quedar a la vista indiscreta de cualquier humano noctámbulo, tropezó con la raíz de un árbol y calló al suelo, sintiendo un dolor insoportable en su tobillo izquierdo. Con lágrimas en los ojos y mirando directamente a la cara de la luna, la increpo; — ¿Hasta cuando tendré que penar en solitario las culpas de un padre desalmado que me vendió por unos acres de tierra a su señor y amo?

La luna como si quisiera responderle dejo de lanzar sus destellantes halos de luz intensa y así en media penumbra una voz le habló a la anciana — No creas que penas los pecados de tu padre, sino tu crueldad con un marido enfermo y un niño huérfano de madre al que maltrataste hasta que tuvo que partir de su propio hogar — Margot, palideció, pero no se escondió y confesó; — yo era una doncella joven, inexperta y sumamente vanidosa, acostumbrada a ser adorada por todos los jóvenes de la comarca y de la noche a la mañana me vi compartiendo lecho con un hombre tres veces mayor que yo y cuya única galantería era exigirme que me desnudara — tuvo que interrumpir su discurso porque los sollozos no la dejaban hablar, pasados un par de minutos y ya un poco mas calmada aunque sin dejar de llorar, increpo de nuevo a La luna; — además no todo lo que se dijo fue cierto, yo no fui la mejor de las mujeres pero tampoco hice muchas de las barbaridades que se cuentan — Y entonces la reina de la noche, como si se compadeciera de ella le pregunto; — ¿Si pudieras, que cambiarias de la historia, te advierto que has de cambiar una cosa mala por otra menos mala, entiendes lo que te quiero decir? — Margot enjugándose los ojos, asintió con la cabeza. — Pues ve le dijo la voz y acude mañana a esta misma hora al claro del bosque y me darás tu respuesta, yo por el contrario, intentaré corregir los disparates del pasado y darte el presente que te mereces, sea cual sea…


Margot se levanto temprano al día siguiente, tenía que elegir bien porque dependiendo de los cambios que hiciera tendría una segunda oportunidad, llevaba demasiado tiempo viviendo sola y triste en el bosque, ya que su enfermo marido no le duro mas que un año y ese niño que se fue…, pero no como piensa la gente, el niño murió de viruela y como el padre tenía miedo de que el resto de los aldeanos los apartaran como apestados invento la historia del poco cariño que recibía el niño de su nueva madre y de cómo lo habían enviado a vivir a otro condado con la abuela paterna y por ello, nunca mas se supo de él.


Barrió y fregó el suelo de toda la casa, puso un puchero a calentar para darse un buen baño cuando acabará todas las tareas que había decidido hacer antes de comer, porque luego se tomaría toda la tarde en pensar lo que deseaba cambiar. Mientras cortaba leña, se le ocurrió pensar ¿Qué hubiera pasado si en lugar de viejo su marido hubiera sido mas joven y feo? se sorprendió a si misma sonriendo, porque tal vez hubieran, podido descubrir juntos y a la vez; el amor y el placer de yacer juntos, de repente se dio cuenta; — Jamás me beso con pasión, siempre fue con prisas y solo supo dejar en mis labios sus babas lujuriosas.


Entro toda la leña cortada y decidió que los cristales de las ventanas estaban tan sucios que no dejaban pasar los rayos del sol, así que se dispuso a limpiarlos, cuando llego a la ventana de la sala y empezó a entrar la luz, recordó de repente que las vitrinas se veían tristes sin ningún libro ya que su marido los quemó todos porque decía que lo único para lo que servían era para llenarle de pájaros la cabeza, siempre decía; — A las mujeres no les hace falta leer, eso es cosa de hombres, puesto que vuestras pocas entendederas os confunden el sentido de las palabras — Como echaba de menos aquellos libros…, cuantas veces pensó que ¡ojala! no hubiera sabido leer y así le hubiera permitido conservar aquellos libros al menos se hubiera entretenido todos estos años observando aquellos lindos dibujos e inventando las historias que su imaginación le hubieran permitido.

Ahora la casa estaba luminosa y le pareció hasta bonita, pensó que unas flores repartidas en jarrones y recipientes darían un mejor aspecto al hogar que estaba reconstruyendo, aunque no sabía muy bien ¿para que? porque lo que tenía ya muy claro es lo que le iba a cambiar de su historia… mentiras, mentiras, mentiras… se repetía a si misma una y otra vez.

Mientras recogía flores, apartó como siempre un puñado de caléndulas y margaritas blancas, que depositó en el patio trasero justo al lado de la verja que separa el estanque de los patos del banco de madera que se encuentra bajo el almendro, allí junto a una piedra sin inscripción depositó las flores frescas, retirando previamente las que había dejado hacía dos días. Se entristeció al pensar que la vida había sido injusta no solo le arrebato un hijo ya nacido de otra mujer, sino que le había negado la oportunidad de ser madre, se pasó las manos por su vientre plano y estéril, meneo la cabeza como sacudiendo las penas, necesitaba darse prisa y empezar arreglarse, estaba el baño y buscar un vestido limpio y presentable para su cita con la Luna.

Antes de salir de casa, contempló su reflejo en el cristal de la ventana, entonces recordó porque no había ningún espejo en toda la casa, suspiró y se dijo a si misma que eso no importaba, dando un portazo se encamino al claro del bosque donde la luna aguardaba su respuesta. Al llegar al mismo lugar se sentó y contemplando a la luna sin pestañear siquiera, esperó una señal, una voz que le preguntara, pasaron más de quince minutos y no parecía pasar nada, entonces empezó a temer que todo hubiera sido imaginación suya y que lo que recordaba tan nítidamente, jamás hubiera sucedido. Empezó a repetir primero mentalmente y después flojito hasta que su voz empezó a salir de su garganta de forma ahogada y en un triste y claro lamento: — Mentiras, mentiras, mentiras…, quiero que se borren las mentiras que se dijeron de mi, no importa lo del marido viejo, ni haber perdido aquella belleza de juventud, ni siquiera que mi niño se muriera, o que Dios me negara concebir y parir un hijo que me cuidara en la vejez, me quedo con todo eso… aunque sea malo, prefiero que desaparezcan las mentiras, mentiras, mentiras…, —

Tanto, lloró y lloró que agotada por el llanto y por lo mucho que había trabajado ese día, se quedo dormida. Despertándose aún de madrugada, se incorporó y mirando fijamente a la luna que permanecía callada e indiferente le dijo; — Todo fue un sueño o tal vez una mentira !pero que feliz fui!, al imaginarme que podría ser feliz… aunque la ilusión solo duró un día…

Regreso a su casa y al cerrar la puerta miró por última vez a la luna y aunque seguía brillando como todas las noches, le pareció ver dibujada en su cara redonda una sonrisa y un guiño — Las nubes que hicieron sombra…

Se desvistió y al irse a meter en la cama, un bulto debajo de las sabanas le habló — cariño, ¿se puede saber a donde has ido?, estaba empezando a preocuparme — dijo mientras se giraba. Y se encontró con un hombre poco agraciado pero de su edad y las lágrimas ya empezaban a inundar sus ojos, cuando aquel hombre en el que reconoció a su marido, le aparto las ropas de la cama para hacerle sitio, al tiempo que decía; — no llores mujer, que las niñas solo tiene un simple constipado, ya verás que en dos días están como nuevas, anda métete en la cama que todavía es temprano y dentro de unas horas ha de venir nuestro hijo mayor con su familia para ayudarnos a recoger la cosecha, así que nos espera un día muy largo — Margot dio un brinco y corrió a la ventana, miro a la luna y le lanzó un beso con las manos, corrió nuevamente descalza y se acurruco en la cama junto a ese hombre que la abrazaba y que le dio un beso en los labios, un beso de amor como el que jamás había recibido.

1 comentario:

  1. siempre pasa lo mismo... no hacen daño las palabras.. si no las mentiras conviertidas en palabras... una mentira dicha en un lugar especial.. puede arruinar a cualquier persona...

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